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Le Corbusier en el Reina Sofía

Le Corbusier en el Reina Sofía
 

Le Corbusier no solo fue uno de los arquitectos modernos que más influyó en la arquitectura del siglo XX, sino también un notable pintor y escultor así como diseñador de muebles. Fue un artista completo que como buen socialista vinculó sus ideas a la utopía y las puso al servicio del hombre. El otro Le Corbusier, el menos conocido por el gran público, ha pervivido gracias a la constancia de Heidi Weber, amiga, confidente y depositaria de su legado, que ahora ha traído al Museo Reina Sofía --la exposición será clausurada el 3 de septiembre--, 160 obras que habitualmente exhibe en el museo que lleva el nombre del arquitecto, en Zurich.

Nacido Charles Édouard Jeanneret-Gris el 6 de octubre de 1887 en la Suiza francófona, a los 29 años se traslada a París y adopta el seudónimo de Le Corbusier, apellido de su abuelo materno. Durante sus estudios de arquitectura conoce a los artistas, y su trabajo, que marcaron las vanguardias del siglo pasado. Su gusto por el constructivismo ruso y por artistas como Legger y Picasso, al que admiraba, se observa en los cuadros expuestos.

Precisamente la obra La caída de Barcelona --único cuadro de Le Corbusier que se exhibe en un museo español-- guarda una clara relación con el Guernica. Le Corbusier pintó el cuadro en 1939 ante las noticias que le llegaban sobre los bombarderos de la ciudad y su toma por la fuerzas franquistas. Conocía la ciudad porque figuró en algunos de sus proyectos urbanísticos y en la que residían amigos como Josep Lluís Sert.
Le Corbusier siempre dijo que la "clave" de su arquitectura había que buscarla en la pintura. Y en la exposición comisariada por Juan Calatrava, se ve la simbiosis entre ellas. Estructurada en tres partes, comienza con los míticos muebles --el sillón de tubos metálicos y la chaise longue-- realizados en los años 20. En el segundo bloque se reune la mayor parte de los cuadros que cumplen con una de las reglas del artista: huir del monumentalismo de los museos para hacerlos domésticos. En este caso los cuadros han sido colgados a una altura más baja de lo normal, aunque Le Corbusier "los hubiera puesto a ras de suelo", según Calatrava.

La tercera parte es una reproducción de la Maison de l'homme en la que el arquitecto considerado uno de los padres de esta disciplina en el siglo XX, combina las artes plásticas en una construcción. Para Le Corbusier, "las escaleras separan y las rampas unen".
El hormigón, la construcción cúbica, el empleo de los colores brillantes y las estructuras metálicas en los tejados, características de su obra, albergan los planos, grabados y litografías de un arquitecto que no dejó de pintar en toda su vida.

Fuente: El Periódico

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