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Sabina por un día

Sabina por un día

Un centenar de personas acudieron a la sala Tren para 'sustituir' al 'Flaco de Úbeda' con su banda de músicos de acompañantes

DIJO un sabio que quien no conoce a los originales está condenado a los sucedáneos. Pero ¿qué ocurre cuando los imitadores superan a los verdaderos? ¿Y cuando las réplicas son los mismos originales menos el portavoz?

Del primer caso tuvimos hace unos días el caso de los Garganta Profunda, y en breve llegarán otros como Zoostate, que se podrían llamar sin problemas U3, Seattle Apples al modo de Pearl Jam y Ledzep, cuyo nombre no engaña y da cuenta de que el fenómeno es mundial ya que ellos son paisanos de los originales. Del segundo tipo recordamos el repaso a los G&Roses que dio su primer batería o el de los Ramones también a cargo del grupo de su percusionista; pero el pasado viernes se ha rozado el surrealismo con la banda de Joaquín Sabina al completo, ejerciendo de sí mismos pero sin su enjuto patrón. A diferencia de todos lo nombrados, el tono distendido de estos últimos llega hasta el punto de que la segunda parte funciona como un karaoke 'orgánico' para todo el que quisiese convertirse en el 'Flaco de Úbeda' por un día.

La banda

La idea es simpática y original, entreteniendo de paso a buena parte de los mejores músicos de acompañamiento de este país: Antonio García de Diego, Jaime Asúa, Pedro Barceló, Varona obviamente, y fuera de programa José Antonio Romero. Firmantes a medias también de buena parte de las canciones de su jefe, y de los otros muchos jefes que han tenido.

Lo sorprendente es que apenas cien personas entraran al trapo de esta historia, con inscripción en la puerta para cantar en la segunda parte la canción deseada. Un placer al que se apuntaron más de treinta aprendices de cantantes, todos ellos pertrechados con el libro de letras y los amigos preceptivos con cámaras y teléfonos dispuestos a inmortalizar el momento estelar. La gira se podría completar con una cámara polaroid en el equipo y una grabadora rápida de cedés. Es lo suyo, como cuando vas a las Cuevas de Nerja. De la primera parte, una hora más o menos, dio buena cuenta la banda por sí misma, relajados, sin compromisos e intercambiándose los aparatos, aunque, las cosas de la edad, teniendo que leer todas la letras. 'Peor para el sol', 'La orilla de la chimenea', 'Llueve sobre mojado'... fueron algunas canciones que sin la voz batracia de Sabina parecían otras, pero no sólo las suyas, que 'El blues de la soledad' cantada por su autor, Antonio García, parecía más un pieza de Pablo Milanés que de Miguel Ríos. Curioso. Y tras ellos llegó el momento soñado, para el que algunos se habían estado preparando toda la semana frente la espejo de casa, aunque luego en escena se agarraban al micrófono como si estuvieran electrocutándose. Incluso los hubo que se llevaron 'atrezzo', así Francisco y Gonzalo Cappa compartieron sus ganas y su bombín. «Las chicas lo tienen más difícil», aseguró Pancho Varona, algo obvio atendiendo al graznido original del ausente.

A coro

Al lado de desafines monstruosos, recitados susurrantes dignos de misa de doce, risas, muchas, bailes de rumbas por sevillanas, verdaderamente también hubo exhibiciones de 'sabinismo' aplicado: Francisco Aguilar ,por ejemplo , hizo una musculosa revisión de 'Conductores suicidas', Cappa se puso en el papel de repentista-sabinista y lanzado en su letanía improvisada casi le tienen que echar del escenario, y un tal Justo arrolló con el empuje de su 'Princesa', prácticamente reina ya con semejante tronío. El final fue coral, casi con más gente arriba del escenario que abajo, completamente 'ensabinecidos' y dando las horas como serenos, («y dieron la diez, y las once...» ) casi a las dos de la madrugada.

No hubo mucha gente, pero lo innegable es que la 'noche sabinera' será una velada inolvidable para todos los participantes. A ver si cunde el ejemplo. ¿Se imaginan cantando un 'Satisfaction' con un Keith Richard sacando la lengua en su hombro? Como dice el anuncio: «Hay cosas que tienen precio».

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